La libre elección de asistencia sanitaria y la Atención Primaria
Hace unos días leí un post de un compañero en su blog “Salud, dinero y atención primaria “ en el que relacionaba la baja inversión en AP según Comunidades Autónomas (CCAA) con el porcentaje creciente de asistencia privada en las mismas. Entiende el compañero que la baja dotación económica de la AP sería la causa de este aumento de cobertura privada de sus ciudadanos. Y es probable que algo de esto haya, como también que el paciente que puede (según economía familiar) quiera elegir otras formas de atención, o que dentreo el mismo sistema público existan aquellos que tenga la ventaja de poder elegir entre una provisión pública o privada, como es el caso de los funcionarios estatales.
Personalmente una de las elecciones vitales de las que en la actualidad más me arrepiento es no haber optado por MUFACE en vez de cotizar a la Seguridad Social cuando hace más de 30 años se nos dio a elegir a los Médicos Titulares, como funcionarios de carrera estatales, entre uno u otro, pues entonces cotizábamos a ambos organismos.
En su momento no pensé en ello, era joven, pero los compañeros que optaron por MUFACE, han podido optar a jubilarse a los 60 años y poder escoger entre tener una asistencia sanitaria pública o privada. Dicho de otra manera, a poder elegir. Algo que no se nos permite al resto de los españoles que no somos funcionarios estatales, militares (ISFAS) o Jueces (MUGEJU), o que no somos económicamente pudientes para tener una póliza sanitaria asistencial complementaria.
La primera ventaja la de la jubilación, es una opción, que en mi caso no me influyó, pues la medicina es parte de mi vida y espero que el cuerpo aguante hasta que, como le ocurrió a un compañero, venga una auxiliar administrativo y le diga a uno que "según gerencia ya no trabaja en esta empresa”; pero sí ha sido una válvula de escape durante esta pandemia para algunos médicos compañeros que han sufrido condiciones laborales difíciles de soportar.
Sin embargo, vamos por la segunda diferencia, la libre elección de tipo de asistencia sanitaria, algo que en este país que no tolera la diferencia está mal visto; pero que aún creyendo que la AP en nuestro país es buena pero mejorable, te das cuenta de la ventaja de tener alternativas cuando de verdad tienes que utilizar obligatoriamente el sistema sanitario y este no funciona.
Lo percibo en mis pacientes, desde mi consulta de médico de Atención Primaria (AP), delante de mi futuro próximo y sobre todo como responsable y cuidador de unos padres con más de 90 años (ambos funcionarios jubilados) que se enfrentan a un sistema de provisión pública cada vez más rígido, difícil, que en la actualidad se ha vuelto impermeable y con cada vez más “cocodrilos en la puerta”, incluso en la AP.
Es por esto, dentro del porcentaje de la cobertura privada del que se habla el post, como si fuera un porcentaje global, existe aquel propiamente relativo a la libertad que tiene ciudadano en sufragarse en una asistencia paralela si quiere y puede y aquel otro de libre elección de los funcionarios estatales (cada vez menos), de ahí la anécdota personal. Su desglose es importante.
Sin embargo, al margen de esto, que es significativo en aquellos conocedores del sistema, pues la mayoría de los funcionarios eligen una provisión privada, el razonamiento que hace el compañero podría ser inverso; pues los presupuestos sanitarios de determinadas CCAA se calcularon en el momento de las transferencias sobre los históricos per cápita no teniendo en cuenta que parte de la población en estas CCAA no utilizaba ya entonces la asistencia pública (ej Baleares), lo que fue, y creo sigue siendo, un agravio comparativo con el resto.
Y es que porcentaje de la población que tiene una asistencia privada en Baleares siempre ha sido alto, como el de Cataluña, pero desconozco el histórico de Madrid, que se toma como ejemplo. Es decir no es que la diferencia de gasto público en AP condicione la asistencia privada – que también-, si no al revés. El crecimiento económico, el mayor poder adquisitivo de sus habitantes tiempos ha, y en la actualidad, ha condicionado al final el dinero público invertido en la provisión sanitaria pública.
Y es que el dilema público/privado en España, como comenta nuestro compañero en su blog, es falso, en general y sobre todo en el resto de Europa, pues la inmensa mayoría de países la financiación (pública) está separada de la provisión (habitualmente privada, aseguradoras, mutuas asistenciales,…), incluso en aquellos Sistemas Nacionales de Salud con AP planificada (UK, por ejemplo), teóricamente parecidos al nuestro, en los que la asistencia sanitaria primaria la proveen médicos independientes o asociados pero autónomos, no funcionarios o personal público, como en nuestro país, y en los que el paciente puede elegir (el dinero público sigue al paciente, pago por “capitación”). En este sentido somos una rareza que proviene de épocas preconstitucionales.
Es decir, hemos de mentalizarnos que al final en la libre elección de los funcionarios todo es asistencia pública, independientemente de quien la provea, sea público o privado.