jueves, 30 de diciembre de 2021

La libre elección de asistencia sanitaria y la Atención Primaria

La libre elección de asistencia sanitaria y la Atención Primaria 

Hace unos días leí un post de un compañero en su blog “Salud, dinero y atención primaria “ en el que relacionaba la baja inversión en AP según Comunidades Autónomas (CCAA) con el porcentaje creciente de asistencia privada en las mismas. Entiende el compañero que la baja dotación económica de  la AP sería la causa de este aumento de cobertura privada de sus ciudadanos. Y es probable que algo de esto haya, como también que el paciente que  puede (según economía familiar) quiera elegir otras formas de atención, o que dentreo el mismo sistema público existan aquellos que tenga la ventaja de poder elegir entre una provisión pública o privada, como es el caso de los funcionarios estatales.

Personalmente una de las  elecciones vitales de las que en la actualidad más me arrepiento es no haber optado por MUFACE en vez de cotizar a la Seguridad Social  cuando hace más de 30 años se nos dio a elegir a los Médicos Titulares, como funcionarios de carrera estatales, entre uno u otro, pues entonces cotizábamos a ambos organismos.
En su momento no pensé en ello, era joven, pero los compañeros que optaron por MUFACE, han podido optar a jubilarse a los 60 años y  poder escoger entre tener una asistencia sanitaria pública o privada. Dicho de otra manera, a poder elegir. Algo que no se nos permite al resto de los españoles que no somos funcionarios estatales, militares (ISFAS) o Jueces (MUGEJU), o que no somos económicamente pudientes para tener una póliza sanitaria asistencial complementaria.

La primera ventaja la de la jubilación, es una opción, que en mi caso no me influyó, pues la medicina es parte de mi vida y espero que el cuerpo aguante hasta que, como le ocurrió a un compañero, venga una auxiliar administrativo y le diga a uno que "según gerencia ya no trabaja en esta empresa”; pero sí ha sido una válvula de escape durante esta pandemia para algunos médicos compañeros que han sufrido condiciones laborales difíciles de soportar.

Sin embargo, vamos por la segunda diferencia,  la libre elección de tipo de asistencia sanitaria, algo que en este país que no tolera la diferencia está mal visto; pero que aún creyendo que la AP en nuestro país es buena pero mejorable, te das cuenta de la ventaja de tener alternativas cuando de verdad tienes que utilizar obligatoriamente el sistema sanitario y este no funciona.
 Lo percibo en mis pacientes, desde mi consulta de médico de Atención Primaria (AP), delante de mi futuro próximo  y sobre todo como responsable y cuidador de unos padres con más de 90 años (ambos funcionarios jubilados) que se enfrentan a  un sistema de provisión pública cada vez más rígido, difícil, que en la actualidad se ha vuelto impermeable y con cada vez más “cocodrilos en la puerta”, incluso en la AP.
Es por esto, dentro del porcentaje de la cobertura privada del que se habla el post, como si fuera un porcentaje global, existe aquel propiamente relativo a la libertad que tiene ciudadano en sufragarse en una asistencia paralela si quiere y puede  y aquel otro de  libre elección de los funcionarios estatales (cada vez menos), de ahí la anécdota personal. Su desglose es importante. 

Sin embargo, al margen de esto, que es significativo en aquellos conocedores del sistema, pues la mayoría de los funcionarios eligen una provisión privada, el razonamiento que hace el compañero podría ser inverso; pues los presupuestos sanitarios de determinadas CCAA se calcularon en el momento de las transferencias sobre los históricos per cápita no teniendo en cuenta que parte de la población en estas CCAA no utilizaba ya entonces la asistencia pública (ej Baleares), lo que fue, y creo sigue siendo, un agravio comparativo con el resto. 

Y es que porcentaje  de la población que tiene una asistencia privada en Baleares siempre ha sido alto, como el de Cataluña, pero desconozco el histórico de Madrid, que se toma como ejemplo. Es decir no es que la diferencia de gasto público en AP condicione la asistencia privada – que también-, si no al revés. El crecimiento económico, el mayor poder adquisitivo de sus habitantes tiempos ha, y en la actualidad, ha condicionado al final el dinero público invertido en la provisión sanitaria pública.

Y es que el dilema público/privado  en España, como comenta nuestro compañero en su blog, es falso, en general y sobre todo en el resto de Europa, pues la inmensa mayoría de países la financiación (pública) está separada de  la provisión (habitualmente privada, aseguradoras, mutuas asistenciales,…), incluso en aquellos Sistemas Nacionales de Salud con AP planificada (UK, por ejemplo), teóricamente parecidos al nuestro, en los que la asistencia sanitaria primaria la proveen médicos independientes o asociados pero autónomos, no funcionarios o personal público, como en nuestro país, y en los que  el paciente puede elegir (el dinero público sigue al paciente, pago por “capitación”). En este sentido somos una rareza que proviene de épocas preconstitucionales. 

Es decir, hemos de mentalizarnos que al final en la libre elección de los funcionarios todo es asistencia pública, independientemente de quien la provea, sea público o privado.


martes, 21 de diciembre de 2021

La vitamina D protege contra la COVID-19


 La vitamina D protege contra la COVID-19

Hay temas recurrentes en el tema de la infección del SARS-CoV-2 (severe acute respiratory syndrome coronavirus 2) que a fuerza de extraer evidencias de la vida real uno se va haciendo su propia opinión. Y lo digo así, pues que el acúmulo de los datos desde que se inició la epidemia,  con todos sus sesgos acompañantes, y aún su dudosa calidad, nos llevan a formarnos un cierto conocimiento al respecto.

Y es que en otras ocasiones hemos hablado de como los niveles bajos de vitamina D (vitamina D3 -1,25 dihidroxivitamina D, -1,25(OH)D-) se asocian a mayor gravedad de la COVID-19 (coronavirus disease 2019).

La relación de la  1,25(OH)D con la inmunidad es conocida pues al parecer esta vitamina se comportaría como un inmunomodulador, un regulador pleiotrópico del sistema inmunitario al estimular las catelicidinas y las β-defensinas del epitelio respiratorio.  En la COVID-19 esta vitamina actuaría, además, como una citoquina antiinflamatoria y protolerogénica que influiría en los linfocitos T y macrófagos, algo especialmente útil en pues dentro de la  patogénesis de la COVID-19 existiría una  producción excesiva de citoquinas que dañarían entre diversos tejidos, el endotelio vascular. De tal modo que concentraciones de 1,25(OH)D  inferiores a 20 ng/ml se las hayan relacionado  con mayor propensión a ciertas infecciones víricas respiratorias y en nuestro caso  con la enfermedad producida por el SARS-CoV-2, la COVID-19, como hemos visto en otros post. 

El problema de los estudios, como comentamos al principio, es que suelen tener un alto riesgo de sesgos, mala evaluación de los objetivos, mala selección de la muestra, falta de uniformidad en los criterios de inclusión y muestras muy pequeñas

Hoy comentamos un estudio que intenta salir al paso de estos inconvenientes  y que intenta evaluar el riesgo de desarrollar la COVID-19 en una importante cohorte poblacional europea proveniente de dos hospitales del noroeste de Inglaterra en forma de un estudio poblacional retrospectivo caso-control. Se trataría de uno de los más grandes estudios realizados hasta la fecha que estudia el papel de la vitamina D en la gravedad de la infección por la  SARS-CoV-2. 

El objetivo primario de este estudio fue determinar si el nivel insuficiente o deficiente de vitamina D se asociaría con tener un mayor riesgo de ingreso hospitalario por la COVID-19 teniendo en cuenta las variaciones estacionales de la vitamina D. Y, como objetivo secundario, si dichos niveles pudieran estar asociados con un incremento en el riesgo de fallecimiento por la COVID-19.

Para ello se introdujeron los datos sobre las concentraciones de 25(OH)D  de 80.670 individuos entre abril del 2020 y enero del 2021 residentes en dichas zonas del Noreste de Inglaterra. Los niveles de 25(OH)D se estratificaron en deficientes si eran menores de 25 nmol/l y de insuficientes si se encontraban entre 25-50 nmol/l.

De los individuos evaluados 1.808 ingresaron en el hospital con el diagnóstico de COVID-19 de los que 670 fallecieron.

La concentración media de la 25(OH)D de los pacientes de la cohorte principal no ingresados pero con la COVID-19 fue de 50 nmol/l (rango intercuartil –IQR-  34-66,7) frente a 35 nmol/l (IQR 21-57) de aquellos que ingresaron en el hospital por este motivo (p inferior a 0,005).

En la cohorte validada la concentración media de 25(OH)D fue de 47,1 nmol/L (IQR, 31,8–64,7) en aquellos que no ingresaron frente a 33 nmol/L (IQR, 19,4–54,1) en los ingresados por esta infección.

Las tasas aleatorias de riesgo en forma de odds ratio (OR) de ingreso por la COVID-19  fueron entre 2,3-3,6 veces mayores (rangos de insuficiencia o deficiencia) entre los individuos con concentraciones de 25(OH)D inferiores a 50 nmol/l, tras ajustarlas por edad y sexo, comparadas con aquellos con concentraciones normales, sin que aumentara el riesgo de fallecer (algo que  lo diferencia de otros estudios).

Concluyen que la deficiencia en las concentraciones de vitamina D se asociarían con un mayor riesgo de ingreso por la infección por SARS-CoV-2. Sugieren que una medición y suplemento si se requiriera de la vitamina D en caso de insuficiencia o deficiencia podría reducir este riesgo.

La fortaleza de este importante estudio es su tamaño, que las determinaciones de la 25(OH)D eran recientes (no como otros al respecto)

Edward B. Jude; Stephanie F. Ling; Rebecca Allcock; Beverly X. Y. Yeap; Joseph M. Pappachan.Vitamin D Deficiency Is Associated With Higher Hospitalization Risk From COVID-19. A Retrospective Case-Control Study. J Clin Endocrinol Metab. 2021;106(11):e4708-e4715. 

Dieter De Smet, Kristof De Smet, Pauline Herroelen, Stefaan Gryspeerdt, Geert A Martens. Serum 25(OH)D Level on Hospital Admission Associated With COVID-19 Stage and Mortality. Am J Clin Pathol . 2021 Feb 11;155(3):381-388. doi: 10.1093/ajcp/aqaa252.

Eugene Merzon, Dmitry Tworowski, Alessandro Gorohovski, Shlomo Vinker, Avivit Golan Cohen, Ilan Green, Milana Frenkel-Morgenstern Low plasma 25(OH) vitamin D level is associated with increased risk of COVID-19 infection: an Israeli population-based study. FEBS J . 2020 Jul 23;10.1111/febs.15495.  doi: 10.1111/febs.15495. Online ahead of print.


miércoles, 1 de diciembre de 2021

Cuál es la posibilidad de reinfección por la COVID-19 y cuál es su evolución clínica


 












Cuál es la posibilidad de reinfección por la COVID-19 y cuál es su evolución clínica

Hace algunos días hablamos en el blog hermano “Qui pro quo” sobre las reinfecciones, un tema del que no se hablaba hasta que hace pocos días con la irrupción de la nueva variante ómicron que se le presupone un riesgo de “reinfección” vuelve a ponerse sobre el tapete.

Comentamos entonces que a grandes rasgos que la reinfección por el virus “severe acute respiratory syndrome coronavirus 2”  (SARS-CoV-2) es posible, pero extremadamente rara.

Séñalábamos como esta enfermedad infecciosa está llena de sorpresas, pues habiendo vacunado al 80% de la población en España se sigue transmitiendo  la enfermedad, que se enferma y que se puede ingresar e incluso acabar en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI); aunque, eso sí, con  mucho menor riesgo que los individuos vacunados. Y, que habiendo padecido la enfermedad, se pueda volver a enfermar, a reinfectarse.

Como vimos desde hace algo más de un año se habían documentado casos esporádicos de posibles reinfecciones en pacientes que habiendo padecido la enfermedad se había recuperado ad integrum.

Como vimos también, en sensu extricto, no todo es tan fácil, pues declararse una reinfección, se ha de confirmar que la infección es nueva y no una recurrencia de la misma (nueva positividad del PCR -polymerase chain reaction), o que fuera una persistencia del virus en el organismo. Aspectos distintos, de ahí que se precisaría una  secuenciación genética del nuevo virus que se  compare con el primer virus que produjo la infección por la COVID-19 y que se haya pasado suficiente tiempo para alcanzar una respuesta inmunitaria...requisitos que por lo habitual son imposibles de cumplir.

Es conocido, por otra parte, que entre el 81-100% de los pacientes que se han infectado tiene una respuesta inmunitaria contra El  SARS-CoV-2 que va más allá de los 5-7 meses de la infección. 

Vimos como estudios ad hoc, como el  COVID Symptom Study en  36.920 individuos en el Reino Unido (UK) el número de posibles reinfecciones (PCR positivos más de 90 días con al menos 7 días sin síntomas) fue de 0,7 % (IC 95% 0,6-0,8) y en otros, como en  Chequia la tasa fue incluso inferior,  de 0,17% ((28 individuos de 16 582); y que en el 2020 se habían documentado 1.887 casos de posibles reinfecciones en 12 de los países de Europa, no más...

El problema, apuntamos es estandarizar una definición, pues incluso dentro de Europa los países no coinciden.
La definición para poder documentar los casos por el European Surveillance System (TESSy)  se publicó el 15 de marzo y se planteó como  un PCR o prueba positiva de antígenos tras 60 días de un PCR y test de antígenos positivo y serología positiva (IgG anti-spike). 

Dejamos claro que la reinfección no significa la pérdida de la inmunidad contra el virus, de ahí que por lo analizado, es una situación muy rara.

Hoy traemos aquí un estudio realizado en Qatar que aborda esta cuestión en dicho país.
Al parecer la primera ola epidémica del virus  SARS-CoV-2 en dicho país se dio entre marzo y junio del 2020 tras ello se constató que el 40% de la población tenía anticuerpos contra el virus.

Tras ello tuvo dos olas más con las variantes B.1.1.7 (alfa) y B.1.351 (beta) en enero y mayo de este año (2021). Todo ello permitió poder estudiar la posible reinfección por el virus SARS-CoV-2  en  dicha población.
Para ello se utilizaron diversas bases de datos sanitarias del país identificando a todas las infecciones por  SARS-CoV-2 e investigando el riesgo de evolución grave (hospitalización), crítica (UCI) y los fallecimientos causadas por reinfecciones en comparación con la infección inicial en una cohorte de 353.326 personas con PCR positiva entre febrero del 2020 y abril del 2021 tras excluir a las 87.547 personas vacunadas.

En este caso la definición de reinfección se definió como un PCR positivo tras 90 días de la infeccion inicial (no se determinaron anticuerpos).

Las personas con reinfección se confrontaron con otras con infección primaria en un ratio de 1/5 según sexo, edad en tramos de 5 años, nacionalidad y la semana en  la que se realizó el PCR.
Según este análisis se identificaron 1.304 reinfecciones, de las cuales  413 (31,7%) fueron por el virus B.1.351,  57 (4,4%) por el  B.1.1.7,  213 (16.3%) por virus salvaje (“wild-type”) y 621 (47,6%)  por variante desconocida.

En las personas reinfectadas el tiempo medio entre la primera infección y la reinfección fue de 277 días (rango intercuartil 179-315).
La probabilidad de evolución grave en  las reinfecciones fue de 0,12 veces (IC 95% 0,03-0,31) que la infección inicial. De la misma forma no hubo casos críticos en los pacientes reinfectados, 28 en aquellos con una primera infección, siendo la tasa aleatoria de riesgo en forma de odds ratio (OR) de 0,00 (IC 95% 0,00-0,64).

No se constataron casos de fallecimientos en pacientes reinfectados con la COVID-19 frente a 7 casos con la primera infección, siendo el OR de 0,00 (IC 95% 0,00 a 2,57). 

La probabilidad de tener una evolución adversa grave con la reinfección, fuera estado crítico o fallecimiento a consecuencia de la misma, fue de 0,10 veces (IC 95% 0,03 a 0,25) frente a la infección primaria.
Según este análisis las reinfecciones tuvieron hasta un 90% menor probabilidad de ingreso hospitalario o muerte que la infección primaria.
En esta serie solo cuatro reinfecciones tuvieron una evolución grave, pero ninguna requirió ingreso en la UCI ni ninguno falleció. 

Con ello se concluye que las reinfeciones son raras y de haberlas su evolución es leve habida cuenta que existe una inmunidad previa.
En el sentido de estudios previos la protección de una reinfección en un paciente que ha padecido una infección previa es mayor del 85%. 

De la misma forma una persona que ya ha padecido una infección previa el riesgo de tener una reinfección grave no pasaría del 1% de una persona que se haya infectado por primera vez.
Lo que falta determinar es cúanto dura esta inmunidad; si es mayor que la que se adquiere en los catarros por coronavirus estacionales; pues si fuera mayor probablemente, postulan, esta infección adquiría una forma más benigna en el momento que se convirtiera en una infección endémica. 

Laith J. Abu-Raddad, Hiam Chemaitelly, Weill Cornell Medicine, Roberto Bertollini, Severity of SARS-CoV-2 Reinfections as Compared with Primary Infections. November 24, 2021, at NEJM.org.  DOI: 10.1056/NEJMc2108120

 TECHNICAL REPORT. Reinfection with SARS-CoV-2: implementation of a surveillance case definition within the EU/EEA. 8 April 2021.   

Documento del  eCDC Reinfection with SARS-CoV-2: implementation of a surveillance case definition within the EU/EEA
https://www.ecdc.europa.eu/sites/default/files/documents/Reinfection-with-SARSCoV2-implementation-of-a-surveillance-case-definition.pdf

ESTRATEGIA DE DETECCIÓN PRECOZ, VIGILANCIA Y CONTROL DE COVID-19 Actualizado a 12 de agosto de 2021. Instituto de Salud Carlos III
https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/COVID19_Estrategia_vigilancia_y_control_e_indicadores.pdf

https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/vacunaCovid19.htm

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