martes, 22 de diciembre de 2020

Diferencias en la mortalidad entre la COVID-19 y la gripe estacional. ¿Son iguales?


 Diferencias en la mortalidad entre la COVID-19 y  la gripe estacional. ¿Son iguales?

Al inicio de la pandemia de la “severe acute respiratory syndrome coronavirus 2 (SARS-CoV-2)” o COVID-19 se la comparó con las epidemias estacionales de gripe. Se afirmó indistintamente o que la COVID-19 era más leve que la gripe, o que por el contrario que era mucho más contagiosa y grave.  

Las tasas iniciales de Wuhan de la provincia china de Hubei, epicentro de la epidemia, muy altas al inicio, se rebajaron sustancialmente cuando se tuvieron en cuenta a los pacientes pacientes asintomáticos o con escasa sintomatología y que según comentamos en su día, daban una cifra de mortalidad inferior al 1%.  De tal modo, que, comentamos, que la repercusión de la COVID-16 a nivel general (casos leves y graves) esta epidemia se comportaría como una gripe estacional grave, dado que las tasa de fallecimientos de gripes de los años 1957 y 1968 serían del  0,1%; algo muy distinto, a la mortalidad generada por el al SARS-1 o la MERS que llegaron del 10 al 36%. 

Inicialmente la  edad de los pacientes ingresados era alta, alrededor de 59 años, el 56%  varones y la mortalidad se relacionaba con la patología de base (parecido a lo que ocurre con la gripe). De modo, que tanto  la edad de los pacientes como esta última característica se asemejaría a la gripe. Como hemos visto los niños contraen menos la enfermedad, la transmiten, y su evolución es más leve.

Hoy traemos un estudio que centra de alguna manera estas ideas.
Se trata de un estudio enmarcado en Francia en julio de este año, cuando se habían llegado a los 12 millones de infectados y 554.000 fallecidos por la COVID-19 a nivel mundial, y cuando en dicho país  se habían llegado a los 30.000 fallecidos relacionados con este virus.

El propósito de este estudio fue el comparar los datos poblacionales de la población francesa (French national administrative database (PMSI) ingresada en los hospitales de aquel país por la COVID-19 con la que se ingresó durante la epidemia de gripe de los años 2018-19 (la última gripe más grave, que causó 12.300 muertes, 8100 directamente atribuidas a la gripe en Francia), analizar las características clínicas, factores de riesgo y resultados de ambas. Hay que decir que ambas infecciones comparten el mismo mecanismo de trasmisión.

Se incluyeron a todos los pacientes ingresados por la COVID-19 entre el 1 de marzo y 30 de abril del presente año, y todos los pacientes ingresados por gripe entre el 1 de diciembre del 2018 y 28 de febrero del 2019.
Según éste, y pueden sorprender los números, 89.530 pacientes con COVID-19 y 45.819 con gripe fueron ingresados en Francia en dichos períodos. La media de edad fue parecida, de 68 años (rango intercuartil –RIQ- 52–82) en la COVID-19 y de  71 años (RIQ 34–84) en la gripe.
Según las características de los pacientes, aquellos con COVID-19 fueron más obesos, o con sobrepeso, con diabetes (DM), hipertension arterial (HTA) o con dislipemia, mientras que los que tuvieron gripe, presentaban más insuficienca cardiaca (IC), enfermedad respiratoria crónica (EPOC), cirrosis y anemia.

Al ingreso los que lo hacían por COVID-19 frecuentemente presentaban más fallo respiratorio agudo, embolismo pulmonar, shock septico, o accidente vasculo-cerebral (AVC) hemorrágico que los pacientes con gripe, que con frecuencia presentaban infarto agudo de miocardio (IAM) o fibrilación auricular (FA).
En cuanto a la mortalidad hospitalaria fue más alta en los pacientes con COVID-19 (15 104 de 89.530) que en aquellos con gripe (2640 de 45.819), o en porcentajes un 16,9% frente a un 5,8% de la gripe. 
El riesgo relativo (RR) de muerte de uno frente al otro fue del 2,9 (IC 95% 2,8–3,0) o una tasa de mortalidad estandarizada por edad de 2,82. O sea, hasta casi el triple de mortalidad en la COVID-19 que la gripe en el ingreso.

Sorprende a primera vista la gran cantidad de ingresos por gripe, y el porcentaje menor de lo publicado hasta ahora en porcentaje de fallecimientos al ingreso por COVID-19 (16,9%).
La proporción de pacientes ingresados menores de 18 años fue inferior por COVID-19 (1.227 [1,4%]) que por gripe (8.942 [19,5%]), lo que sorprende, pero con una proporción mayor de niños menores de 5 años que necesitaron cuidados intensivos (UCI) por la COVID-19 (14 [2,3%] de 613) que por la gripe (65 [0,9 %] de 6973. Aunque las tasas de mortalidad en menores de 5 años fueron parecidas 0,5%, 3 pacientes con COVID-19  frente al  0,2%, 13 por gripe. 
En adolescentes, entre 11 y 17 años, la mortalidad en el hospital fue hasta diez veces mayor en la COVID-19 (5 pacientes, 1,1% de 458) que en la gripe (1 paciente, 0,1% de 804), siendo éstos con más frecuencia obesos o con sobrepeso (muy pocos casos para extraer conclusiones)

La primera impresión de los datos es la importancia de la gripe como ingreso hospitalario y la mortalidad debida a ésta, que no se tiene habitualmente presente.
 Que aún siendo enfermedades de trasmisión parecida existen diferencias en la proporción de ingresos y fallecimientos (un exceso de mortalidad de 2,8 de una respecto a la otra). La tasa de fallecimiento sería del 16,9% en la COVID-19 frente al 5,8% de los ingresados por gripe.
La COVID-19 tendría mayor riesgo de insuficiencia respiratoria y con ello una mortalidad hasta tres veces superior a la gripe.
En los niños el ingreso por COVID-19 es inferior a aquellos afectos por gripe, aunque su mortalidad es mayor que en la gripe, aunque los datos para esta afirmación son limitados.

 Los autores afirman que las tasas de letalidad serían más altas que la gripe estacional aunque ambas enfermedades afectan mayormente a ancianos (mayores de 65 años) con fragilidad.
Con todo la tasa de fallecimiento a afectos comparativos tiene que ver con las enfermedades subyacentes, la patogenicidad del virus, la inmunidad poblacional y la respuesta de la población al mismo. En este caso existe una vacuna contra la gripe (con un 29,7% de cobertura por debajo de 65 años, y del 51% por encima de esta edad en dicho período en Francia) por un lado, y medidas contra la trasmisión de la COVID-19, por el otro, que hace que las comparaciones sea difíciles. Probablemente en las mismas condiciones la repercusión epidemiológica llegara a converger. 

Lionel Piroth, Jonathan Cottenet, Anne-Sophie Mariet, Philippe Bonniaud, Mathieu Blot, Pascale Tubert-Bitter, Catherine Quantin.  Comparison of the characteristics, morbidity, and mortality of COVID-19 and seasonal influenza: a nationwide, population-based retrospective cohort study. Lancet Respir Med . 2020 Dec 17;S2213-2600(20)30527-0. doi: 10.1016/S2213-2600(20)30527-0. PMID: 33341155 DOI: 10.1016/S2213-2600(20)30527-0

Jake Remaly. COVID-19 'Far More Serious' Than Flu, Inpatient Data Confirm. Medscape. December 18, 2020


¿Existen similitudes entre la epidemia por la COVID-19 y la gripe estacional?

Concluimos que siendo mas grave la COVID-19 (con medidas para evitar la trasmisión) que la gripe (con vacunación) no existen tantas diferencias en ingresos aunque si en fallecimientos (un exceso de mortalidad de 2,8 de una respecto a la otra), algo que nos invitan reflexionar.

Seguí Díaz M. ¿Existen similitudes entre la epidemia por la COVID-19 y la gripe estacional?. Es Diari MENORCA. 28-12-2020: 25
https://www.menorca.info/

sábado, 12 de diciembre de 2020

La incertidumbre de pasar la infección y/o recibir la vacuna de la COVID-19

La incertidumbre de pasar la infección y/o recibir la vacuna de la COVID-19

Hay preguntas sin respuesta que aún así se plantean dado el ambiente de incertidumbre que genera la vacunación contra el COVID-19 que de manera inminente se va a ofrecer a la población mundial. Digo preguntas sin respuestas pues, los tiempos son los tiempos y no existen respuestas en este momento, aunque, si más adelante, a estas cuestiones. Sin embargo, para conocer la respuesta hay vacunar a la población  antes, y esperar y ver. Así están los tiempos.

La primera cuestión es saber si todos aquellos que ha pasado la infección ya están inmunizados o deben ponerse la vacuna, si en éstos su infección les provocó más inmunidad y más duradera que la puede producir las vacunas que en ciernes se van aplicar a la población.

Pues no se sabe. Lo único cierto es que son seguras hasta este momento tras haber pasado la fase 3 con 30.000 o 40.000 pacientes. Diríamos que son eficaces (todas ellas producen  anticuerpos en  más de un 90%) y seguras dentro de condiciones ideales de un ensayo clínico; pero no sabemos con certeza su comportamiento en la población general; y si en contacto con pacientes portadores del COVID-19 será el mismo (efectividad) en el momento que se distribuyan. 

Y es que en estas estamos, según un artículo del New York Times firmado por Apoorva Mandavilli, recogiendo las opiniones que corren EEUU, se plantea la cuestión de que es más efectivo y seguro, pasar la infección o vacunarse. Sorprende desde este lado del atlántico el solo el hecho de plantear la pregunta. La respuesta es la conocida, en balance riesgo/beneficio, aún los interrogantes de las vacunas, es más beneficioso vacunarse, sobre todo si es pertenece a un grupo de riesgo. Pasar la infección, tiene más riesgo de una evolución anómala (según la condición del individuo) pero su efectividad al menos a corto plazo, por conocida, superaría a las vacunas.

En el caso de la vacunación, la seguridad sobre los efectos secundarios a corto plazo superan a la infección espontánea sea cual sea su evolución. Y en el segundo, la efectividad, que como en la mili “se le supone”, se aplican con una carga de eficacia en los estudios superior al 90% aunque no se sabe durante durante cuanto tiempo.

Son incógnitas que nos lleva al inicio de post, ¿debe vacunarse un individuos que ya ha pasado la COVID-19? ¿Sirve de algo, es seguro?. Se comenta que el 10% de los individuos de los principales ensayos clínicos en fase 3 no sabían que habían sido infectados previamente por el COVID-19, y fueron vacunados. En este momento se está estudiando los resultados.

Por regla general pasar una infección asegura una inmunidad mayor que la vacunación, pero no siempre es así. Existen infecciones pasadas que confieren inmunidad pero el virus sigue haciendo año (ejemplo la hepatitic C), o vacunas como la conjugada del neumococo que genera mayor inmunidad que haber pasado  la infección, u otras como la parotiditis que confiere una inmunidad que aguanta toda la vida, sin embargo su vacuna precisa recuerdos y en casos falla.  Que hará la COVID-19, no lo sabemos.

El artículo comenta que la cantidad de anticuerpos que generó la vacuna de MODERNA en los vacunados fue superior a aquellos que habían pasado la infección por el virus COVID-19. Sin embargo, pasar la infección no solo estimula la inmunidad humoral (anticuerpos) si no la celular…

Según dicho artículo la inmunidad que genera la infección COVID-19 genera suficientes anticuerpos (con un rango dinámico en los niveles de anticuerpos de hasta 200 veces según individuos) e inmunidad celular con el que protegerse de otras infecciones por COVID 19 y de evoluciones graves que duraría años. Con todo, sabemos por la prensa que se han notificado casos puntuales de reinfección. ¿Y con la vacuna?

Se comenta que si el individuo ha sufrido una infección leve o inaparente sería conveniente la vacunación habida cuenta que su inmunidad decrece más rápidamente. Lo que nos lleva, según comentan, que la dosis vacunal siempre es la misma lo que produce una respuesta parecida durante el mismo, o parecido tiempo, algo que la infección no garantizaría.

En conclusión la vacunación frente al COVID-19 sería la solución más ventajosa y con menos riesgos (aún admitiendo efectos secundarios) que padecer la enfermedad independientemente del riesgo a priori del individuo y con mayores garantías a  largo plazo de inmunidad dado que huye de la aleatoriedad de la respuesta a la infección en sí.

Apoorva Mandavilli.  Is ‘Natural Immunity’ From Covid Better Than a Vaccine?. New York Times Dec. 5, 2020


lunes, 7 de diciembre de 2020

El remdesivir, crónica de una muerte anunciada


 El remdesivir, crónica de una muerte anunciada

Han empezado a escribirse comentarios sobre las semejanzas entre la historia del tamiflu (oseltamivir) en el 2009 para el tratamiento de  la gripe porcina y del remdesivir actualmente con la COVID-19. 

Ambos tratamientos costosos han hecho gastar mucho dinero sin unas evidencias clara sobre su efectividad a la hora de reducir la mortalidad. Como vimos en el blog Quiproquo el remdesivir mejoraría la supervivencia en días pero no cambiría la mortalidad, y todo ello a un coste impresionante.

Realmente nuestras ansias de descubrimientos y de negocio de los laboratorios farmacéuticos nos lleva a estas situaciones, sin que al parecer lleguemos a aprender de la historia pasada. En ambos casos las evidencias eran limitadas y los resultados poco concluyentes, aún así los gobiernos (EEUU) se gastaron ingentes cantidades de dinero en su adquisición. 

Nuevos datos, resultados interinos del “WHO Solidarity Trial” han mostrado lo conocido,  que el remdesivir no afecta a la  mortalidad, a la necesidad de ventilación mecánica, y en este caso, al tiempo clínico de recuperación, lo que ha hecho recapacitar a  la Organización Mundial de la Salud  OMS y variar sus recomendaciones. 

 Covid-19: The lost lessons of Tamiflu. BMJ 2020; 371 doi: https://doi.org/10.1136/bmj.m4701 (Published 03 December 2020). 

https://www.bmj.com/tamiflu

https://www.who.int/news-room/feature-stories/detail/who-recommends-against-the-use-of-remdesivir-in-covid-19-patients


¿Qué fármaco en asociación con la insulina mejora la retinopatia diabética?

 ¿Qué fármaco en asociación con la insulina mejora la retinopatia diabética? Un tema que me gusta es el de la retinopatía diabética (RD) dad...