La vitamina D protege contra la COVID-19
Hay temas recurrentes en el tema de la infección del SARS-CoV-2 (severe acute respiratory syndrome coronavirus 2) que a fuerza de extraer evidencias de la vida real uno se va haciendo su propia opinión. Y lo digo así, pues que el acúmulo de los datos desde que se inició la epidemia, con todos sus sesgos acompañantes, y aún su dudosa calidad, nos llevan a formarnos un cierto conocimiento al respecto.
La relación de la 1,25(OH)D con la inmunidad es conocida pues al parecer esta vitamina se comportaría como un inmunomodulador, un regulador pleiotrópico del sistema inmunitario al estimular las catelicidinas y las β-defensinas del epitelio respiratorio. En la COVID-19 esta vitamina actuaría, además, como una citoquina antiinflamatoria y protolerogénica que influiría en los linfocitos T y macrófagos, algo especialmente útil en pues dentro de la patogénesis de la COVID-19 existiría una producción excesiva de citoquinas que dañarían entre diversos tejidos, el endotelio vascular. De tal modo que concentraciones de 1,25(OH)D inferiores a 20 ng/ml se las hayan relacionado con mayor propensión a ciertas infecciones víricas respiratorias y en nuestro caso con la enfermedad producida por el SARS-CoV-2, la COVID-19, como hemos visto en otros post.
El problema de los estudios, como comentamos al principio, es que suelen tener un alto riesgo de sesgos, mala evaluación de los objetivos, mala selección de la muestra, falta de uniformidad en los criterios de inclusión y muestras muy pequeñas
El objetivo primario de este estudio fue determinar si el nivel insuficiente o deficiente de vitamina D se asociaría con tener un mayor riesgo de ingreso hospitalario por la COVID-19 teniendo en cuenta las variaciones estacionales de la vitamina D. Y, como objetivo secundario, si dichos niveles pudieran estar asociados con un incremento en el riesgo de fallecimiento por la COVID-19.
Para ello se introdujeron los datos sobre las concentraciones de 25(OH)D de 80.670 individuos entre abril del 2020 y enero del 2021 residentes en dichas zonas del Noreste de Inglaterra. Los niveles de 25(OH)D se estratificaron en deficientes si eran menores de 25 nmol/l y de insuficientes si se encontraban entre 25-50 nmol/l.
De los individuos evaluados 1.808 ingresaron en el hospital con el diagnóstico de COVID-19 de los que 670 fallecieron.
La concentración media de la 25(OH)D de los pacientes de la cohorte principal no ingresados pero con la COVID-19 fue de 50 nmol/l (rango intercuartil –IQR- 34-66,7) frente a 35 nmol/l (IQR 21-57) de aquellos que ingresaron en el hospital por este motivo (p inferior a 0,005).
En la cohorte validada la concentración media de 25(OH)D fue de 47,1 nmol/L (IQR, 31,8–64,7) en aquellos que no ingresaron frente a 33 nmol/L (IQR, 19,4–54,1) en los ingresados por esta infección.
Las tasas aleatorias de riesgo en forma de odds ratio (OR) de ingreso por la COVID-19 fueron entre 2,3-3,6 veces mayores (rangos de insuficiencia o deficiencia) entre los individuos con concentraciones de 25(OH)D inferiores a 50 nmol/l, tras ajustarlas por edad y sexo, comparadas con aquellos con concentraciones normales, sin que aumentara el riesgo de fallecer (algo que lo diferencia de otros estudios).
Concluyen que la deficiencia en las concentraciones de vitamina D se asociarían con un mayor riesgo de ingreso por la infección por SARS-CoV-2. Sugieren que una medición y suplemento si se requiriera de la vitamina D en caso de insuficiencia o deficiencia podría reducir este riesgo.
La fortaleza de este importante estudio es su tamaño, que las determinaciones de la 25(OH)D eran recientes (no como otros al respecto)
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