Expertos afirman que el virus COVID-19 también se mantiene en suspensión en el aire
Si existe un tema que a estas alturas de la película sorprenda es el de la trasmisión aérea del virus SARS-CoV-2 (en adelante COVID-19). Llevamos 9 meses de pandemia y aún se siguen discutiendo si el virus se mantiene o no en el aire, o simplemente se cae. Como una discusión bizantina, “tendrán o no sexo los ángeles” en un momento que todo el mundo ya lleva máscarilla de protección en cualquier situación, sea en ambientes cerrados o abiertos y se controlan los aforos, como ya hemos comentado en otros post.
El tema ha dado de sí, desde estudios de laboratorio, de campo, recomendaciones, elucubraciones y estudios retirados de las publicaciones, como comentamos en el blog hermano Qui pro quo.
Y es que lo admitido es que el virus COVID-19 es altamente contagioso que puede trasmitirse por aerosol en ambientes cerrados hasta 2 metros. Y según el estudio de van Doremalen N et al el COVID-19 permaneció viable en el aerosol durante la duración del experimento (3 horas) aunque reduciendo su carga de 103,5 a 102 TCID50 por litro de aire, algo parecido al SARS-CoV-1. Ambos virus tiene una vida media en aerosol parecida (2,7 horas). Ambos virus redujeron sus títulos de manera exponencial con el tiempo según una caída lineal en concentración por litro de aire.
Sin embargo, como vimos, esto fue contestado por la la OMS pues dudó sobre la extrapolación de estos datos de laboratorio a las condiciones habituales de los pacientes con este virus, habida cuenta que el estudio se hizo utilizando un nebulizador especial en condiciones controladas de laboratorio que no reproduce la tos humana o los estornudos ni el ambiente habitual del contagio y que a su vez como las gotas serían demasiado pesadas para mantenerse en el aire caerían sobre las diversas superficies que rodean a la persona contagiada.
Los virus transportados por gotas (mayores de 100 μm) tienen un comportamiento balístico, pues cae al suelo antes de los 2 metros (lo recomendado). Por debajo de este tamaño, lo que se llama en “aerosol” tiene un comportamiento aerodinámico distinto manteniéndose más tiempo en el aire ambiente (segundos o horas) y pudiéndose ser inhalado.
Y en eso está la discusión sobre el tamaño de las gotas y si se mantienen o no en el aire durante un tiempo determinado; pues si bien existen discrepancias entre lo medido en el laboratorio y los estudios de campo sobre muestras de aire en lugares con pacientes con síntomas debidos al COVID-19 en los que no encontró rastros genéticos del virus en el aire; las recomendaciones de la OMS se han realizado asumiendo esto último, que el virus no permanece en el aire y se deposita sobre las superficies: la protección individual mediante mascarilla, el mantenimiento de las distancias entre las personas (al menos un metro si existe tos o estornudo), la higiene de manos, la limpieza de superficies, y sobre todo evitar estar en contacto con personas que presenten síntomas (fiebre, tos…) con las que evitar la trasmisión del virus.
De modo que a las anteriores recomendaciones se debería la de añadir (¿?) de la de aumentar la frecuencia de ventilación de los locales, utilizar la ventilación natural evitando la recirculación del aire, evitar permanecer bajo el flujo respiratorio directo de otras personas y controlar la cantidad de personas que se encuentran en un mismo sitio cerrado. Algo que en cualquier caso ya se recomienda y se aplica.
Las críticas viene sobre el hecho que de aun siendo conscientes de la dificultad que tienen los microbiólogos de detectar los virus en el aire, la falta de aislamiento de los mismos no significaría que el virus no viaje y se mantenga en el aire y pueda contagiar. Para ello se basan en ejemplos documentados de trasmisiones sin contacto directo o los casos de la trasmisión del virus dentro de barcos por el simple hecho del aislamiento dentro de los mismos…
En fin, son bastantes las voces (Science, Environ Int...) que claman sobre el hecho de que el virus COVID-19 puede viajar más de 2 metros del sujeto infectante y puede quedar suspendido en el aire ambiental en lugares de escasa ventilación. También apuntan que individuos asintomáticos pueden liberar virus al ambiente por el solo hecho de hablar o respirar.
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